Se define como un irracional, persistente, anormal e injustificado miedo a las bicicletas. No hay razones de libro que expliquen esta fobia. Puede ser una mala experiencia como una grave caída, falta de práctica en la niñez o el desequilibrio que se siente en la bici al principio, que pueden generar esa desconfianza y miedo para no aprender a montar bici.
Lo más importante para el que quiere disfrutar de esa sensación de libertad placentera como lo es subirse en ella, es afrontar esa aversión y tomar medidas en el asunto, como proponerse metas simples y realistas de ir paso a paso, paseos y distancias, usar la protección adecuada que disminuye las posibilidades de recibir heridas graves pero que también tiene un positivo efecto psicológico de seguridad, y el más importante asumir que en el algún momento de tu vida te tocara caerte por más experto que te hayas convertido por eso es bueno ir poco a poco.
Buscar un suelo seguro ya sea césped o terreno de tierra para amortiguar cualquier situación, sin obstáculos para evitar caídas. Y por último sería bueno montar acompañado de un grupo o una persona para empezar a desligarse de esta fobia ya que da consciencia y seguridad de que alguien te puede proteger, también evita montar de noche ya que como sabemos la oscuridad resta visibilidad y puede aumentar la fobia.
Por consiguiente , hay que ser consciente de que ese miedo nunca terminará de irse del todo, el ser humano no aspira a perder por completo sus miedos sino a aceptarlos, amarlos y aprender a convivir con ellos. Así pues, cuando un mal pensamiento llegue a nuestra cabeza intentar liberarla, centrarte en los factores positivos que te puede dar el ciclismo.
Para muchos andar en bici radica como un medio de diversión pero para otros la bicicleta es su medio de transporte, aún más arriesgado porque como sabemos el protagonismo en las calles lo tienen los autos y demás vehículos en la ciudad que torna ser un tanto peligroso por el trato hostil que muchos conductores engrosan por el pedal y quizás por esta causa muchos no disfruten y sientan miedo de andar en bici por el trato enajenado, en su mayoría, a lo que debería ser el respeto por el otro ciudadano.
Realmente da pena que en pleno siglo XXI con todo lo que sabemos de contaminación e insostenibilidad del transporte público no existan o se respeten las vías seguras adaptadas para el que opta por cuidar del ambiente y hasta de sí mismo, porque ya sabemos que el deporte brinda salud, y veamos a los ciclistas como seres imprudentes y que no quieren su vida.
En la práctica psicológica, me da satisfacción ver como personas afrontan sus miedos y lo asumen como realidad y deciden por sí mismos tomar cartas en el asunto de una manera u otra y tratar de ir poco a poco, hasta sin tocar el instrumento de fobia: la bicicleta, y asumir roles casi directamente con ella. Aprender a amarla, viendo desde las experiencias de los demás la manera de tocar el mundo con solo subirse y respirar. Tendré que hacer otro capítulo más directo para desglosar el enfoque, trabajaré en eso.
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